El reencuentro, en la casa rural.

Ha sido un verano de reencuentros en nuestra casa rural.

Juntos otra vez en Cal Calot.

 

Saludos

¡Saludos! ¿Creíais que habíamos desaparecido? No, nada de eso, lo que pasa es que, con el caos que estamos viviendo, las palabras nos habían quedado confinadas. Me negaba a escribir pensando en la pandemia, y no quería mencionarla, pero definitivamente, tiro la toalla. Es imposible vivir hoy y no hablar de ella, aunque sea muy poquito.

Deseamos de todo corazón, que vosotros y vuestras personas queridas gocéis de salud, tengáis trabajo y sobre todo, muchos ánimos. Que todos sabemos, que hay días, realmente duros en que todo se ve de color negro, pero saldremos de esta. Juntos superaremos este bache. ¡Ánimos y miedos fuera!

Nosotros, como todo el mundo hemos hecho caso de las recomendaciones sanitarias, tanto para nuestro bienestar, como para el de toda la población. Y a pesar de haber tenido la casa rural cerrada al público, durante cuatro larguísimos meses, siempre hemos estado trabajando en ella y en julio, de nuevo, volvimos a tener grupos alojados.

 

Seguimos los protocolos de limpieza y desinfección para ofreceros una estancia segura.

 

En estas ocasiones, más que nunca, los grupos han sido familias, de todas formas también ha habido grupos de amistades. Todos con ganas de reencontrarse, de pasarlo bien y zambullirse en la naturaleza. Y para nosotros, volver a ver la casa rural con vida, es excepcional, sobre todo cuando vemos lo felices que sois en ella, y cuando nos dedicamos mutuamente, un ratito para charlar, escucharnos, conocernos, explicarnos la vida y al fin y al cabo, aprender de unos y otros, y llevarnos un pedacito de vosotros con vuestras palabras.

 

Nos acordamos de vosotros.

Hoy me apetece recordar el paso de estos grupos por Cal Calot, os hablaré de algunos de ellos.

Uno de los grupos, precisamente el que realizo la primera reserva post-confinamento, eran una familia de pueblo costero. Los dos hermanos de la familia, viendo las ovejas en el campo, se acordaban de cuando eran jóvenes y tenían gallinas en casa. En la mirada se les veía el entusiasmo que les traían esos recuerdos. Josep, quien se encargó de hacer la reserva, tuvo la genial idea de hacer una bonita sorpresa a toda la familia. Esta sorpresa consistió en una sesión fotográfica de todos ellos. A media tarde, aparecieron un par de fotógrafos y se encargaron de capturar la alegría de haberse reunido de nuevo toda la familia, entre robles, panorámicas del valle….¡ que gran idea!

Otra de las familias que se alojo, quería hacer una sorpresa de cumpleaños a la madre de la chica que se puso en contacto conmigo. El viernes, llegaron el matrimonio y ella, y mientras les enseñaba la casa, la madre quedaba alucinada de cómo era de grande, pues ella creía que sólo se alojarían ellos allí. El caso, es que casi meto la pata y me cargo la sorpresa pero recapacite a tiempo, no dije ni una palabra, y con un cruce de miradas con la hija, nos entendimos – tsh….no digas nada por favor-. Al final, tuvo una sorpresa de verdad, tal como estaba previsto.

 

La mesa arreglada para una celebración.

El último grupo del que voy a hablaros. ración.Estaba formado por parejas de gente mayor. Todos amigos. ¡Tenían mucha marcha! Era envidiable las ganas de pasarlo bien que llevaban, pues en una ocasión en que tuve de acercarme a la casa,  sentía las risas locas de las señoras jugando al futbolín, lo estaban pasando en grande. Y el último día de su estancia cuando fui a despedirme, estaban todos sentados en la larga mesa del comedor jugando a cartas. El sector izquierdo estaba ocupado por las señoras y el sector derecho por los señores. Todos y todas aficionados con su partida de cartas. Qué ratos más chulos que pasaron en la casa rural. Y el señor Ramón, me explico que cuando vivía a Huelva con sus padres y hermanos, también tenían un rebaño de ovejas. De echo, me dijo que contáramos con el si necesitábamos un pastor. Lo tendremos en cuenta.

 

Cada grupo, un montón de experiencias.

En fin, ya veis que cada grupo de huéspedes sois un montón de vida y experiencias de las que aprender.  Poder intercambiar unas palabras con vosotros, responder vuestras preguntas y ofrecer un rato de tertulia, pienso que también forma parte de todo lo que envuelve el “turismo rural”. Y nos gustan mucho estos ratos. Porque aprendemos también de vosotros y nos dedicamos un rato a reflexionar sobre los caprichos de la vida.

 

Es genial que la vida haya vuelto a Cal Calot.

 

Cruzamos los dedos, para que los próximos caprichos de la vida, sean para todos más favorables de lo que son actualmente. Cuidaros mucho y, ¡ánimos!